Donde el mal de Cristo semejó un mar, sin fondo ni orillas, fue en Getsemaní, hasta hacerle sudar sangre. “Agonía”, que es lo mismo que lucha, lucha de la vida con la muerte. Los tres sinópticos la refieren. San Mateo habla de “tristeza y angustia”. San Marcos de temor o espanto y abatimiento. San Lucas que “vino a caer en agonía”. Es el único que menciona que sudó sangre.

Sólo lucha con apreturas de muerte. Tanto se despojó Jesús de sí mismo, tal fue la renuncia que hizo de cuánto poder encerraba en su persona divina, que admitió consuelo de sus criaturas: los apóstoles y el Ángel. Al principiar su amarga pasión y muerte, no quiso dejarnos la menor duda de que todo lo siente y sufre como hombre y que la angustia, el terror y el padecimiento le atormentaban como a cualquier hombre. Bien atestiguó ante su Padre celestial que su naturaleza humana se llenaba de espanto en presencia de los horribles tormentos que le aguardaban y que deseaba verse libre de
ellos, orando repetidamente: “Padre mío, si es posible, aparta de mí este cáliz”, “Más no se haga mi voluntad si no la tuya”.

Reflexiones ante la oración.

Galería del Domingo de Ramos en Lucena 2019: VER AQUÍ

 
NOTA: Los usuarios que deseen adquirir fotografías impresas de esta galería y sin marca de agua, pueden hacerlo contactando a través del correo info@paseillo.es. No se facilitarán las fotos en formato digital sin marca de agua.
 
 
Foto: paseillo.es