Bendito Cristo de la Salud y de la Misericordia, despierta nuestras conciencias aletargadas y permite que entremos aún más en el corazón del Evangelio, allí donde los pobres son los privilegiados de la misericordia divina. Démosle de comer al hambriento y de beber al sediento. Vistamos al desnudo, acojamos al sin techo, asistamos al enfermo, enseñemos al que robe, corrijamos al que yerra, consolemos al desdichado, perdonemos al que nos ofende.

 

Que nuestra misericordia nos haga en estos días romper las cadenas injustas, desatar los lazos de los yugos, libertar a los oprimidos, compartir el pan, tu pan, con los hambrientos y albergar a los pobres. Que la palabra del perdón, Señor, les pueda llegar a todos y que la llamada a la misericordia no deje a nadie indiferente.

 

El poder de la misericordia sobrepasa los confines de la Iglesia. Ella, la misericordia, nos vincula con el judaísmo y el islamismo, porque la consideran uno de los atributos más calificativos de Dios. Que este año jubilar propicie el encuentro con estas religiones, que esta tierra de las tres culturas que es Lucena, nos haga más abiertos al diálogo para conocernos y comprendernos mejor. Que elimine toda forma de desprecio y que aleje para siempre cualquier forma de violencia y de discriminación. Que la Iglesia, que somos todos, cofrades y santeros incluidos, se convierta en el eco de la Palabra de Dios.

 

Que nunca se canse, ni nos cansemos nosotros, Señor, de ofrecer misericordia al mundo.

 

Fernández García, A., Pregón de Semana Santa 2016, Parroquia de San Mateo Apóstol, (pendiente de publicación).