Antonio Ruiz explicó los detalles de las coronas de la Coronación de la Virgen de Araceli

19 de Mayo del 2018

El historiador de Arte, Antonio Ruiz Granados realizó en la noche de ayer una disertación sobre las coronas de Coronación de María Santísima de Araceli, en la que analizó la simbología de cada uno de los detalles que plasmó el autor Cayetano González.

En el salón de actos de la Casa Museo de la Virgen de Araceli, Antonio Ruiz inició su intervención exponiendo el origen en la historia de la utilización de coronas, así como el rito de coronación de Vírgenes impulsado por fray Jerónimo Paolucci Calboli da Froli en el siglo XVI.

En el caso de María Santísima de Araceli empezó a fraguarse en 1908, fecha de la respuesta de Fray Patricio Panadero, Venerable Procurador General de los Franciscanos de España en Roma, en la que indicaba a don Joaquín Garzón, arcipreste y párroco de San Mateo, los pasos a seguir en el trámite para coronar canónicamente a la Virgen, culminando el 2 de mayo de 1948 con la coronación de María Santísima de Araceli.

“El movimiento pro-coronación fue tomando cuerpo, sobre todo a raíz de la aparición de la Revista Aracelitana, cuyo primer número salió a la luz el 16 de julio de 1910”, fecha en la que se gestaron detalles como el atuendo de la coronación, un manto blanco bordado en oro a juego con la saya blanca de 1887, que en 1920 comenzó bajo su propio diseño la carmelita descalza María del Carmelo y estrenado en 1928. Explicó Ruiz Granados destacando que el proceso de Coronación de María Santísima de Araceli se dilató en el tiempo “por la inestable situación política de nuestro país y por la falta de información ante los trámites que había que efectuar para llevar a buen fin la coronación canónica en un momento en que en nuestra diócesis ninguna imagen había alcanzado ese honor”.

La corona de María Stma. de Araceli es de estilo gótico y consta de canasto, imperiales y remate. El canasto comienza con un primer aro decorado, un cordoncillo que soporta un segundo aro de elementos vegetales e incrustaciones de joyas y pedrería, procedentes de las donaciones. Un tercer aro decorado con perlas, soporta el canasto donde, según el historiador de arte, “González despliega su imaginación inspirándose en el estilo artístico medieval, el gótico”.


Según Antonio Ruiz, la utilización del estilo gótico en el diseño de las coronas no era casual, puesto que “estaba vinculado  a la Virgen de Araceli, que desde 1896 procesionaba en un trono neogótico de la casa Meneses, y que también tuvo tabernáculo neogótico en la parroquia de San Mateo, para sus estancias del mes de mayo”.

El canasto está dividido en 16 espacios, a modo de capillas, 8 de mayor tamaño que las otras 8 restantes, que hacen de división entre las mayores. Las capillas de mayor formato, albergan escenas de la vida de la Virgen y escudos; poseen forma trapezoidal para adaptarse a la forma de cono truncado invertido del canasto, y están rematadas por unos arcos mixtilíneos, cuyo elemento central es conopial, con decoración de frondas, hojas salientes y retorcidas.

Las capillas que componen el canasto cuentan con escenas relacionadas con la vida de la Virgen. En la frontal aparece el momento de la Anunciación, en línea con el vientre de Nuestra Madre, en la trasera se encuentra la Anunciación. En la capilla de la derecha se sitúa la imagen de la Inmaculada Concepción, coincidiendo con el lateral en el que la Virgen porta al Niño “queriendo recordar que a pesar de su maternidad, María fue Virgen antes de su parto, durante y después”. En el extremo contrario al Niño, la capilla se centra en la Crucifixión, como contrapunto a la alegría del niño recién nacido que la Virgen muestra.

Respecto a los escudos, Antonio Ruiz destacó que en la corona se muestran el del obispo de Córdoba  Adolfo Pérez Muñoz, obispo entre 1920 y 1945, el escudo de España del momento, la II República, que no incluía la cartela alusiva a los borbones, pero sí corona real. Además, el escudo de la hermandad de la Virgen y el escudo de Lucena, también antes de la transformación, en la que se incluyó la azucena como referencia a la Virgen.

Los espacios intermedios están ocupados por capillas de formato alargado, típicamente góticas, con ángeles muy estilizados, que también nos recuerdan a los doseletes empleados por Simón de Colonia en el colegio de San Gregorio vallisoletano.


Según Ruiz Granados, los imperiales, “se presentan como un arco totalmente frontal, con dos líneas que discurren prácticamente paralelas y entre las que aparece una sucesión de cabezas de ángeles,” y de ahí brota decoración de hojas de cardo. “El remate está formado por un elemento que rompe la estética gótica de la corona y que ejerce de parteluz, creando un efecto de arcos geminados también muy típico del gótico, a pesar de que esta pieza, como decimos, no siga este estilo”. Ruiz exponía que “probablemente se trate de una pieza anterior a la corona, quizá el pecherín al que se alude en la recogida de joyas para la elaboración de las preseas”. De esta pieza emerge la bola del mundo y la cruz, como remate de la corona de la Virgen.

Respecto a la corona del Niño, señaló que sigue el mismo esquema que la de la Virgen, “si bien el canasto no presenta capillas, sino una decoración vegetal y lineal ondulada, de cardos y cardinas, así como tracería un elemento decorativo formado por combinaciones de figuras geométricas como curvas, dobles curvas y contra curvas, también conocidas como vejiga de pez, mientras que el aro es totalmente semicircular, también rematado por la cruz”.

 

Foto: paseillo.es


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