“Beso en vísperas de amor a Jesús” Pregón a Ntro. Padre Jesús Nazareno por Francisco López Salamanca

06 de Abril del 2014

Haciendo honor a la puntualidad de la Archicofradía Nazarena, al sonar en el reloj de la Capilla las nueve de la noche, daba comienzo en el nuevo Templo de San Pedro Mártir el Acto del Pregón a Nuestro Padre.
Con una lectura del Libro de Isaías, el rezo del Padre Nuestro y la parte del acta de la sesión ordinaria del 4 de septiembre de 2012, donde se nombró como pregonero de Nuestro Padre Jesús Nazareno a Francisco López Salamanca, Francisco Rivera, secretario de la Archicofradía dio comienzo al acto, concluyendo con su agradecimiento a todos los asistentes.
 
Antonio Rafael García Oliveros, en calidad de presentador, subió al Presbiterio de San Pedro Mártir, comenzando su intervención con un poema a Jesús Nazareno y a la fe de Lucena.
Continuó con el saludo franciscano “Paz y Bien” a las Autoridades Eclesiales, Civiles y a todos los asistentes.
En su presentación, García Oliveros, invitaba al deleite, con palabras sinceras y hondo sentimiento, destacando del pregonero, el atesorar esencias espirituales de esta tierra.
Entre los sobrados merecimientos para este menester, preponderó del cronista oficial de nuestra ciudad, su prosa elocuente, el amor por la historia y la habilidad para buscar matices nuevos en la poesía.
Prosiguió apuntando su vinculación a la Archicofradía y al amor a Dios, desde las entrañas de su familia, para concluir con un sentido recuerdo al Hermano Mayor de la Archicofradía.
 
Francisco López Salamanca tras su saluda y agradecimiento por la labor de su presentador, recordó su primera visita al Templo de San Pedro Mártir e hizo una especial mención a Eduardo Cortés Jiménez, del que aseguró su presencia en todos los ritos que se dieron el día de la Dedicación y, que avalado por su voluntad y junto a su Junta de Gobierno han hecho posible que la Iglesia de San Pedro Mártir, tras un siglo y medio de su derrumbe, vuelva a ser lugar de Culto.
Nos trasladó López Salamanca a una visita a la Capilla de Nuestro Padre en una fría mañana de marzo, en la que ante los ojos interrogantes del Nazareno, brotó en verso un particular “Padre Nuestro, Jesús doliente Nazareno…”
Describía el pregonero a la Capilla como un rompeolas de oraciones, donde Jesús nos invita a compartir el camino de la felicidad y, donde no solo acudimos a rezar o dar gracias, si no también a buscar caridad, vida y justicia. Centró en la Cruz de plata del Señor, los pecados de muchos lucentinos, hambre, miseria y de los que en Él creemos, nuestro silencio y negación.
Evocando la primavera en el Jerusalén de hace dos mil años, transitó desde la última cena, donde se instituyó la primera eucaristía, hasta la cruz, describiendo a esta como símbolo de triunfo sobre la muerte.
 
“Debe de haber un Viernes Santo en el Cielo” ; emocionando a los asistentes, describió a una gran cuadrilla, que recogería a todos los Hermanos Mayores y que al son de torralbos y arcángeles tamboreros, acudirían a la Capilla celestial, hasta un horquillo sin tiempo…
 
“Dejadme soñar vuestro sueño”; Francisco López, dedicó sus versos a los santeros del Viernes Santo, resaltando los momentos previos a la salida, en la madrugada en la que Lucena está despierta, citando a los Santeros de la Cuadrilla de Miguel Chacón, como veintiseis corazones palpitantes sin palabras, dispuestos a ser misioneros.
 
Haciendo un símil con la Vida, Pasión y Resurrección, describió el recorrido de Jesús Nazareno por Lucena, el encuentro con su Madre en la Aurora, la Samaritana en la Fuente del llanete de San Francisco, el Cirineo como primer Santero elegido por Jesús, la Plaza Nueva como Altar de Sacrificio, donde imploramos perdón, clemencia e indulgencia, las mujeres de Jerusalén en las ordenes de los conventos por los que transita el Señor, las calles estrechas como nuestras propias cruces, el Coso como símbolo de la Resurrección y en su Bendición, promesa de la esperanza de su Reino, en la Ermita de Dios Padre y en las cuatro palabras “Jesús para los Hermanos” el amor fraterno, el regreso a Su Capilla como entrega a la muerte  y en su última Bendición  los ruegos de los lucentinos, implorando justicia y protección a nuestros mayores, niños y jóvenes.
 
Concluyó  con una larga ovación y puesta en pie de todos los asistentes que llenaban la Iglesia de San Pedro Mártir de Verona,  y la felicitación de éstos por un Pregón emotivo, sentido y cargado de fe.
 
 
Foto: Paseillo

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