31 de Marzo del 2020
La Cofradía del Stmo. Cristo de la Humillación y Ntra. Sra. de los Dolores "Servitas" continúa con la celebración del Ejercicio del Septenario, en honor a su titular mariana.
En estos tiempos y circunstancias que estamos padeciendo, la oración debe ser pilar fundamental de nuestra rutina, debe ser consuelo, para quienes se hallen desesperados y fuerza, para el que padezca enfermedad. La junta de gobierno y su cofradía, dedican un Solemne Septenario a su amantísima titular, Nuestra Señora de los Dolores "Servitas", para pedirle por su divina intercesión y nos libre de todo mal.
A continuación, se pondrá detalladamente cada una de las oraciones y lecturas que componen tan sacro ejercicio.
CUARTO DÍA DE SEPTENARIO
En el nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo.
ACTO DE CONTRICIÓN: Señor mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, por ser vos quien sois, bondad infinita, y porque os amo de todo corazón, me pesa haberos ofendido, también me pesa porque podéis castigarme con todas las penas del infierno, ayudado de vuestra divina gracia, propongo nunca más pecar, confesar, y cumplir con la penitencia que me sea impuesta. Amén.
ORACIÓN PREPARATORIA: Señor Dios nuestro que dispusiste misericordiosamente que la santísima Virgen, tu sierva, fuera madre de Cristo y colaboradora en su obra de redención, concédenos que, a imitación de nuestra señora, seamos siempre fieles testimonios del Evangelio, y dediquemos la vida a la salvación del hombre.
MEDITACIÓN: Cuarto dolor: "El encuentro con Jesús camino del calvario" (Lucas 22:26-32):
"Pero no es así con vosotros; antes, el mayor entre vosotros hágase como el menor, y el que dirige como el que sirve. Porque, ¿cuál es mayor, el que se sienta a la mesa, o el que sirve? ¿No lo es el que se sienta a la mesa? Sin embargo, entre vosotros yo soy como el que sirve. Vosotros sois los que habéis permanecido conmigo en mis pruebas; y así como mi Padre me ha otorgado un reino, yo os otorgo que comáis y bebáis a mi mesa en mi reino; y os sentaréis en tronos juzgando a las doce tribus de Israel. Simón, Simón, mira que Satanás os ha reclamado para zarandearos como a trigo; pero yo he rogado por ti para que tu fe no falle; y tú, una vez que hayas regresado, fortalece a tus hermanos."
Es un momento importante. No lo recogen los evangelios, pero la piedad cristiana ha hecho de este encuentro motivo de procesiones, representaciones y actos piadosos. De hecho, es la cuarta de las estaciones del Via Crucis. Como queriendo aliviar un momento el dolor de Jesús, cargado con la cruz; como queriendo hacer que reciba siquiera una pizca de amor en una situación en la que se vuelca sobre él tanto odio y tanta violencia, el pueblo cristiano ha imaginado que María le salió al encuentro, le abrazó, le besó, juntó su rostro con el de su Hijo, quedando su cara empapada de su sangre y de su sudor. Y que entonces Jesús suspiró aliviado y sacó de ese encuentro las fuerzas para llegar con el peso de la cruz hasta el Gólgota. ¡Qué momento tan humano! Pero también, qué trago para María. Tener que ver a su Hijo en esas condiciones. No entender el por qué; no alcanzar a comprender el significado de lo que está ocurriendo; tener que aceptar tan dolorosamente esa realidad y no poder rebelarse, no poder hacer nada para que eso no suceda. Sólo puede acompañar; llorar amargamente y acompañar. Empieza a tomar forma la profecía de Simeón de que una espada le iba a atravesar el alma. Es una espada larga y afilada que se clava hasta la cruz. En verdad el corazón de la Virgen María ha sentido esa terrible punzada, ese tremendo desgarro. ¿Por qué a su Hijo, que sólo ha hecho el bien, tienen que hacerle esto?
PETICIÓN: ¡Oh María! mujer de invencible esperanza, que has creído en el anuncio de la gloriosa resurrección de tu Hijo; guianos en la hora de nuestra muerte por el camino que nos conduce sin tropiezos al gozo de la vida eterna. Amén.
(Pidamos por la intención que se desea alcanzar. Rezamos un padrenuestro, tres Avemarías, y un gloria).
ORACIÓN FINAL: Señor, tu que has querido que madre compartiera con nosotros los dolores que sufrió al pie de la cruz, has que la Iglesia, asociándose con María a la pasión de Cristo, merezca participar de su resurrección. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
Foto: paseillo.es