Ángel Custodio Serena Varo es un manijero que anima a cualquier santero a vivir una manijería.
Este agricultor de 47 años que se estrenaba en 1990 en Santiago Apóstol, es hermano de la Cofradía de la Soledad desde hace 30 años, considerando un privilegio poder ser el manijero de la Virgen por la que siente una profunda devoción.
PREGUNTA: ¿Cuál es el motivo de esta manijería?
RESPUESTA: Esta será mi primera manijería y creo que la última. Mi abuelo fue santero, en mi casa ha sido único. Él se cortó la coleta en la Soledad. Le vino un poco larga, incluso algunos problemas de salud que tuvo se los achacaban en su casa a esa santería. Siempre me ha llamado la atención esta Virgen, este es mi barrio y le tengo gran devoción a la Soledad. Posiblemente todo esto haya influido en solicitar esta manijería.
P: Defínete a ti mismo como manijero.
R: Soy una persona muy sentimental, y eso inevitablemente lo reflejo en mis juntas. Mis santeros, a veces entre risas me dicen: ¿Otra vez vas a llorar? Entre unas cosas y otras las lagrimas siempre están ahí. Mi cuadrilla se está entregando al máximo y me está haciendo disfrutar muchísimo. Si tuviera que definirme diría que soy un manijero muy sentimental.
P: ¿Qué pasos has seguido para ser manijero de la Soledad?
R: Solicité esta manijería después de pensármelo mucho. Esto fue en el año 2002. He salido en tres ocasiones santeando en esta Virgen. Si Dios quiere esta cuarta será la última. En el momento que la deje el Sábado Santo en los bancos, solamente la tocare como cofrade. En 1993 salí con José María Parejo, para mí ese es un recuerdo santero que jamás olvidaré. Recordar la salida agarrado en el cancel a los asones, me trae muy buenos recuerdos. Le entregué la carta a Rafael Mora que en paz descanse. Él me dijo que si quería la campana tendría que colaborar con la cofradía. Desde entonces así ha sido. He trabajado, vendido lotería, cenas y he colaborado en todo lo que la cofradía me ha pedido. Todo esto incluso antes de estar en la junta de gobierno. Tenía amigos que estaban de la cofradía, y me venía con ellos a echar una mano a montar, desmontar el dosel y muchas más cosas. La verdad que se echan muy buenos ratos en la Cofradía de la Soledad. El 28 de enero del año pasado, Jesús Díaz me llamó por teléfono para decirme que me habían otorgado la manijería para este año. Ese día no se me olvidará nunca. Después de 14 años, la Soledad ha querido que yo sea su manijero.
P: ¿Realizas esta manijería por afición o por devoción?
R: Esta manijería es por devoción. Evidentemente si hablamos de satería, ésta es impresionante. Soy mariano y me hubiera encantado salir en María Stma. de Araceli en su Día. He tenido la suerte de bajarla y es espectacular. Para mí cualquier paso de palio tiene su valor. Le doy muchísimo valor a cualquier paso que salga en Semana Santa y esto se lo dejo muy claro a mis santeros. Para mí la misma Virgen es la que sale el Domingo de Ramos que el Sábado Santo.
P: ¿Cómo has aviado a tu cuadrilla?
R: Yo le diría a cualquier santero lucentino que merece la pena de ser manijero. He aviado a cada uno de mis santeros donde ha encartado, a unos en su casa y algunos en un bar. Dos de mis santeros son miembros de esta cofradía y quise aviarlos delante de la Virgen. Un día vinimos a preparar un acto y aproveché la ocasión. Cuando iba a aviar a los santeros de mi cuadrilla, se me hacía un nudo en el estómago. Ha sido muy emocionante, tanto para ellos como para mí. Esa sensación que se vive solo la puede sentir un manijero.
P: ¿Con qué momento te quedas de todos los que has vivido cuando aviaste a tu cuadrilla?
R: Me quedo con el momento en el que fui al bar Jardín para aviar a un santero. Quedé con él para otra cosa. Pedí un café y una copa de vino. El santero me dijo: “¡Qué cosa más rara!, un café con una copa de vino”. Le pedí que se tomara la copa de vino y no quería porque se acaba de tomar el café. Yo le dije: “¡Tómatela!”. Cuando se la bebió le dije: “Ya eres santero de la Soledad”. En ese momento se me echó a temblar y se tuvo que sentar. Es el momento más impactante que he vivido a la hora de aviar a mis santeros.
P: ¿Cómo empezaste en el mundo de la santería?
R: Empecé de una forma un tanto extraña. Siempre he pensado que la santería no estaba hecha para mí. Cuando tenía 21 años tenía unos amigos a los que les gustaba la santería. Les hizo falta un santero para Santiago y me dijeron que si quería salir. Probé y me entró el gusanillo. No he parado hasta hoy. Ya he pensado en retirarme, porque uno ya tiene una edad.
P: ¿De dónde te viene esta afición?
R: La afición me viene de la familia de mi madre. Mi abuelo Juan de Mata Varo Beato fue el único santero de mi casa. A mi padre no le gustaba este mundo, salió una sola vez en Santiago y no volvió a santear más.
P: ¿Cómo ves la santería actualmente?
R: La veo con una salud envidiable, aunque hay pequeños detalles que cambiaría. No se debería santear porque esto esté de moda. Si se santea es porque te gusta.
P: ¿Qué criterio has seguido para dar los sitios a tu cuadrilla?
R: Uno de los criterios principales para dar los sitios a mi cuadrilla ha sido la estatura, porque tengo una cuadrilla muy alta.
P: Algo en que harás un especial hincapié para que salga como tú quieres el Sábado Santo.
R: La Virgen de la Soledad sale sola. Al no salir este día más pasos, estará todo el mundo muy pendiente de nuestra santería. Yo les digo a mis santeros que mientras les quede algo que dar, que lo den.
P: Dinos punto del recorrido que ves con mayor dificultad.
R: El que veo con mayor dificultad y a la vez el que más me gusta, aunque parezca raro, es la calle Ancha. Es donde yo me he criado y a mi entender donde más pesa la Virgen de la Soledad.
P: ¿Qué importancia le das a la estética en el santero?
R: A todos nos gusta ver un santero bien vestido. Quizás el detalle no es tanto el aspecto estético, hay que valorar más el comportamiento bajo la madera.
P: ¿Crees que el santero tiene que tener una preparación física para desarrollar su función bajo la madera?
R: Yo por ejemplo trabajo en el campo y el trabajo agrícola con la maquinaria no es tan duro como antes. Hoy día los trabajos son menos exigentes en este aspecto. Entiendo que los santeros hagan ejercicio para prepararse, porque el esfuerzo que se hace en una santería es importante.
P: Algo que recomendarías que nadie se perdiera de tu santería.
R: Me gustaría que viesen cuando le canten a la Virgen saetas. Todavía no tengo pensado donde van a cantarle. Quiero le canten en sitios donde nunca lo haya hecho.
P: ¿Cuántos cantaores crees que es oportuno que lleve la Soledad?
R: Yo llevo seis. Mis cantaores son Manuel Cuevas y su hijo, Evaristo Cuevas, Antonio Nieto, Raúl Montesinos y “El Kiki de Castilblanco”
P: Hasta el momento, ¿qué destacarías positivamente de ser manijero?
R: Esta es una santería que llena mucho. Se viven cosas que solo vive un manijero. El momento de aviar es muy bonito. De mis veintiséis santeros solo cinco hemos tenido la oportunidad de probar esta santería. Eso hace que mi cuadrilla vaya con gran ilusión. Para ellos esta santería es tan importante como para mí.
P: ¿Y algo negativo?
Una manijería tiene muchas preocupaciones. Cuando vas a una junta tienes que estar pendiente de muchas cosas, pero las satisfacciones que tienes hacen que no veas lo negativo.
P: ¿Cuál es el número apropiado de juntas?
R: A esto le he dado muchas vueltas, porque vengo de santerías en las que ha habido muchísimas juntas. Yo creo que con cinco juntas está bien, aunque luego se hacen unas cuantas más. En realidad creo que lo oportuno es lo que vaya surgiendo.
P: ¿Desde qué junta ves oportuno que un manijero empiece a hablar de la santería?
R: Yo no pretendo ser un manijero cansino con mi cuadrilla. En la junta marca hablaré del paso que llevaremos. Cuando estamos en las juntas, siempre que nos sentamos lo primero que hago es tocar la campana, luego los tambores tocan el paso. Acto seguido les digo una frase que define cómo hay que vivirlo esto: “En la Soledad no hay prisa”.
P: ¿Crees que la Soledad tiene su propio paso?
R: Sí. Hay pocos pasos en Lucena con su propio paso. Yo no voy a inventar nada, ni voy a hacer nada fuera de lo normal. Lo único que quiero es que no se vaya con prisa. No quiero decir tampoco que la llevemos como un plato de gachas. Esta santería es reposada.
P: Háblanos de tus tambores.
R: Siempre he pensado que el setenta y cinco por ciento de una santería son los tambores. Una buena cuadrilla con malos tambores puede tener una santería regular. Cuando empecé a aviar, al primero que avié fue a Paco Morales como manijero de los tambores.
P: Un consejo de santería que te dio alguien y que nunca olvidas.
R: Siempre recuerdo a José María Parejo “El Lengua”. Fue mi primer manijero de la Soledad y para mi gusto el mejor manijero que ha habido en Lucena. Él me dijo cuando vino a aviarme: “Ya eres santero de la Soledad, disfruta”. Recuerdo que en las últimas juntas, antes de la marca le dije: “José María, si tú eres capaz de disfrutar la mitad de lo que yo voy a disfrutar de ese Sábado Santo, te garantizo que vas a disfrutar mucho”.
P: ¿Qué opinas de los santeros que santean más de una vez en Semana Santa?
R: Pues ese es un error en el que yo mismo he caído. Yo he repetido en tres ocasiones y en todas me ha pasado lo mismo. En todas he disfrutado, pero se me hizo larguísimo. Yo les diría a los santeros que hay tiempo de disfrutar de todos los pasos. Con una santería hay bastante.
P: Dinos una santería de la Soledad que sea referente para tu manijería.
R: A mi me gustó mucho la de Peñalver, del Bar El Parque. Fue una santería que llegó de puntillas y salió por la puerta grande.
P: ¿Qué crees que esta ocurriendo en la actualidad para que a día de hoy se encuentren pasos de Semana Santa sin manijero?
R: Creo que fundamentalmente el problema radica en como está la economía. También pienso que las cofradías han tenido parte de culpa. Han salido pasos nuevos, y se han mejorado los que había, pero no se ha pensado en que hay materiales más livianos que hacen a los santeros disfrutar más de la santería. Hay momentos en los que la cosa aprieta demasiado. Eso puede echar para atrás a las cuadrillas futuras.
P: Son muchos los momentos que se viven a lo largo de una santería, ¿con cual de ellos te quedas?
R: Me quedo con la primera toma de contacto que tienes en la iglesia cuando llegas a coger el paso. Cuando el manijero dice por primera vez: “¿Estáis?”.
P: Un consejo que le darías a un santero que salga este año por primera vez.
R: Yo le diría que le haga muchísimo caso a su esquinero, que no se calle nada. Aunque le parezca una tontería, que lo diga. Una cuadrilla entera puede con un santo, pero si no dices nada la cosa puede afectar a toda tu esquina o toda la cuadrilla.
P: ¿Qué piensas de las santerías en las que se abusa de las horquillas?
R: Este año tengo eso muy claro. Lo mucho o poco que estemos en la calle será sobre los hombros. No quiero encerrarme a las seis de la mañana, porque sería una tontería. Cuando estás en la junta de gobierno de una cofradía sabes cómo va la cosa y lo que es más conveniente. No veo bien que se abuse de las horquillas.
P: ¿Algo más que añadir?
R: Quiero darle las gracias a toda mi cuadrilla, porque todos me están haciendo disfrutar muchísimo de una santería que llevo esperando muchos años. Quiero que se sientan privilegiados, porque hay mucha gente que se queda con las ganas de salir en la Soledad. Que la disfruten mucho. Gracias.
Foto: paseillo.es