Daniel Astorga Montenegro es un joven manijero que siente gran respeto por el arte de la santería.
Este manijero de 23 años dedicado a la hostelería, que se estrenaba en el 2009 en la Alegoría de la Santa Fe, se siente afortunado por la gente que le está acompañando en su manijería, siempre dispuesta a que todo salga bien.
P: ¿Cuál es el motivo de esta manijería?
R: Desde niño este Cristo me ha llamado la atención. Sobre todo, el hecho que estuviese arrodillado. Siempre que entraba a San Mateo venía a verlo. Le tengo gran devoción. Le he hecho promesas que me ha cumplido.
P: ¿Defínete a ti mismo como manijero?
R: Realmente me veo como cualquier manijero primerizo. Con muchos nervios en las primeras juntas. Me veo con muchas ganas. Estoy muy contento con mi cuadrilla, cada día que pasa lo estoy más. Espero que el Martes Santo sea como espero. Estoy disfrutando mucho con mis santeros. Creo que vamos a hacer algo muy bonito.
P: ¿Qué pasos has tenido que seguir para tener la campana del Cristo de la Humillación?
R: Me hice hermano de esta cofradía en 2010. Después me decidí a solicitar la manijería. Me costó escribirla, así que le pedí ayuda a mi hermano. Sorprendentemente me encontré su negativa. Él me dijo: “En este tipo de cartas no puede ayudarte nadie, todo lo que vas a poner debe salir de ti mismo”. Así fue, por lo que tardé tiempo en poder escribirla. Desde que me otorgaron la manijería en 2014, la cofradía me ha ayudado mucho y nosotros hemos intentado colaborar en lo que hemos podido.
P: ¿Realizas esta manijería por afición o por devoción?
R: Principalmente por devoción. Creo que si no tuviese la oportunidad de ser santero o manijero en este caso, yo seguiría visitando las iglesias para ver las imágenes y la Semana Santa desde el Domingo de Ramos hasta el Domingo de Resurrección. Esto me gusta mucho. Creo que la afición se forma a partir de la devoción. Si haces algo solo por afición y no te llena interiormente, no te llegará a gustar completamente. En mi caso, le tengo mucha devoción a este Cristo y a muchos otros en Lucena. Sí, esta santería es por devoción.
P: ¿Cómo has aviado a tu cuadrilla?
R: Por motivos de trabajo lo he tenido muy complicado. Porque no tengo mucho tiempo libre. Llamé a muchos de mis santeros para que viniesen a mi trabajo. Engañados, porque les decía que era para otras cosas y era para aviarlos. A otros he ido a buscarlos.
P: ¿Cómo empezaste en el mundo de la santería y de dónde te viene esta afición?
R: Desde niño. Mi familia no es de Lucena de nacimiento, sí lo es de corazón. Mis recuerdos de niñez son en Lucena. Con tres años, mi hermano y un amigo suyo me dejaban una Virgen, una Soledad chiquita, y con todos los amigos del barrio la santeábamos por la calle. Antes incluso de las procesiones infantiles. Nos poníamos a dar horquillos calle arriba y calle abajo porque nos encantaba. Salí en las procesiones infantiles, hasta que con 17 ó 18 años tuve la oportunidad de estrenarme.
P: ¿Cómo ves la santería actualmente?
R: Habrá quien piense diferente, pero yo la veo bastante bien. Hay que adaptarse a los tiempos que estamos pasando. Hay que innovar, hacer cosas diferentes, sin salirse de lo que sería lo tradicional. Pienso que lo más elegante y bonito es lo tradicional. Tampoco se puede hacer lo que se hacia antes. Ni los tronos son los mismos, ni las calles son iguales. A mi me gusta como está la santería ahora.
P: ¿Cambiarías algo?
R: Hay alguna cosilla que otra que se podría cambiar, pero ya no sería lo mismo. Si cambiasen cosas, la santería dejaría de tener esa esencia que tiene aquí en Lucena. No llenaría de esta manera que llena. Si todo fuese fácil y bonito llegaría un momento en que la gente se cansaría de santear. Siempre hay que tener algún pequeño incentivo que te amargue un poco, para que después te sea dulce. Si todo es dulce desde el principio no te llenaría igual.
P: ¿Qué criterio has seguido para dar los sitios a tus santeros?
R: Las esquinas se las he dado a santeros que son amigos míos, tienen una edad y experiencia en este arte. Eso es lo que yo iba buscando. Para el resto de sitios he tenido en cuenta la altura y amistad.
P: Algo en lo que harás especial hincapié para que salga como tú quieres el Martes Santo.
R: Sobre todo en el respeto. Respeto por el que tenemos delante, el que tenemos detrás y sobre todo por el que tenemos encima. Cuando se hacen las cosas con respeto, salen bien. Les pido a mis santeros que nos ayudemos, que hablemos y que le pongamos todo nuestro corazón el Martes Santo.
P: Un punto del recorrido que ves con mayor dificultad.
R: Creo que hay muchos. Sobre todo, destacaría la última parte. Una vez que se encara la calle Las Torres, los santeros está ya cansados. Tener que afrontar la última subida en un sitio tan importante como la Cuesta del Reloj, cuando físicamente el santero está un poco mermado. Pero bueno habrá que guardar fuerzas para esa última parte.
P: ¿Y la parte del recorrido que más te gusta?
R: Tiene muchas partes bonitas. La salida me gusta mucho, la calle Las Tiendas, el Pasaje del Cristo del Amor y la última parte.
P: ¿Qué importancia le das a la estética del santero?
R: Pienso que lo primero es poder. Si encima de que un tío puede, estéticamente va bien, pues mucho mejor. Pero lo primero es que el santero de delante y detrás vayan bien. Es porque el tío va pudiendo con su sitio y no se lo están llevando los demás. Si el santero va bien puesto y bien vestido, mejor. Lo que hay que intentar es hacer unión más que otra cosa y ser una cuadrilla que es de lo que se trata. Un santero solo no puede con un santo.
P: ¿Crees que el santero tiene que tener una preparación física para desarrollar su función bajo la madera?
R: Nunca viene mal tener un poco de preparación física, sobre todo en los santos que van botados. Más aún la trasera, que deben tener preparadas las piernas. Creo que más que la preparación del santero, lo que influye es la genética. Que sea una persona fuerte por naturaleza.
P: ¿Qué recomendarías a los aficionados a la santería que no se perdieran de tu manijería?
R: Me gustaría que todos vieran la humildad con la que vamos a santear. El respeto con el que queremos hacerlo todo. Queremos que todo el mundo disfrute de este paso del Martes Santo. Sobre todo, que la gente vea la unión con la que con la cuadrilla va a llevar al Cristo. Queremos hacer algo bonito. Vamos a disfrutar mucho. Esto no deja de ser un hobby y aunque por supuesto le tengamos respeto, también queremos disfrutar.
P: Hasta el momento, ¿qué destacas positivamente de ser manijero?
R: Las amistades que se hacen a través de la santería. Se echan ratos buenísimos. En todo esto se aprende mucho, tanto para bien como para mal. De la santería uno se lleva amistades para toda la vida.
P: ¿Y algo negativo de ser manijero?
R: Los nervios. Yo soy nervioso por naturaleza, y esto a veces te da algún que otro dolor de cabeza. Por lo demás todo es bueno. Yo le recomiendo a cualquier santero, que viviera la experiencia tan bonita de ser manijero. Es verdaderamente gratificante.
P: Dinos algo que te haya pasado, que no esperabas vivir siendo manijero.
R: Una manijería te hace ver las cosas totalmente diferentes. Te das cuenta que siempre hay alguien que quiere ayudarte y echarte una mano para que todo salga bien. Te encuentras cosas que jamás te hubieras imaginado. Sobre todo, la gente que hace que te sientas orgulloso y te hace sentir que estás bien rodeado.
P: ¿Cuál crees que es el número apropiado de juntas?
R: Depende de las fechas y de lo temprana que sea la Semana Santa. Sobre cinco o seis lo veo bien. Hay cuadrillas que en dos juntas están muy unidas y las que necesitan diez. Pero con unas seis está bien.
P: ¿Desde qué junta ves oportuno que un manijero empiece a hablar de santería?
R: Depende del paso que se vaya a llevar. En mi caso será en la junta marca, o una junta antes, para ir concienciando un poco a la cuadrilla. Los santeros van concienciados a la marca, que se va a hablar de la santería en la calle y prestan más atención.
P: Un consejo de santería que te dio alguien y que nunca olvidas.
R: “Hay que santear con el corazón”. Y creo que es cierto, porque no se puede santear ni con la mente ni con la fuerza, se santea con el corazón. Esas palabras te ayudan mucho. La santería te hace formar amistad, con tu esquina y con la cuadrilla, que luego se reflejan en la santería.
P: ¿Qué opinas de los santeros que santean más de una vez en Semana Santa?
R: Sobre eso no puedo opinar. Yo tuve la oportunidad una vez y no la acepté. No me veía preparado y por motivos de trabajo también me negué. Mi trabajo me impedía cumplir al cien por cien con el manijero y no acepté. Pero si una persona se ve capaz, capacitada, tiene la oportunidad y los manijeros quieren, pues adelante.
P: Una santería que te haya gustado del Cristo de la Humillación y que sea referente para tu manijería.
R: Hay muchas. Desde el 2010 me he fijado más en las santerías de este Cristo. De todas se puede sacar algo positivo. Por amistad, la de Sergio López en el 2012 me pareció muy bonita, me gustó mucho. Cada manijero es un mundo y cada cuadrilla. Siempre se aprende algo, ya sea desde dentro o desde fuera.
P: ¿Qué crees que está ocurriendo en la actualidad para que a día de hoy se encuentren algunos pasos de nuestra Semana Santa sin manijero?
R: No sé si es por el tema de la crisis, porque esto tiene un gasto, aunque las esquinas te ayuden. Puede que sea por las cofradías o por la devoción, no sé. Pero creo que esto poco a poco se irá recuperando, porque si no sería una pena.
P: Desde que un manijero te avía hasta que el paso queda en los bancos hay muchos momentos, ¿con cuál te quedas?
R: Me quedaría con el primero que has dicho y el último. Siempre tienes la ilusión de que un manijero se acuerde de ti y venga a tu casa. Esto significa que le gusta lo que estás haciendo y cómo lo haces. Cuando el santo lo sueltas en los bancos es un momento igualmente emotivo. El santero lo ha dado todo y le das un abrazo al manijero que nunca se olvida. Cuando me acuerdo de cada una de mis santerías, recuerdo ese último abrazo que le di a mi manijero. Esa es una de las cosas más bonitas que tiene la santería, que un santero lo dé todo por su manijero y que lo haya dado todo por hacer que la santería salga bien.
P: ¿Crees que en una santería debe de ir todo calculado o se debe dejar algo a la improvisación?
R: Ni lo uno ni lo otro. Hay que llevar la chuleta, por así decirlo, para saber un poco lo que haces. De todas formas, la calle manda. Uno no puede hacer las cosas cuadriculadas, porque no sabes ese día lo que puede ocurrir.
P: Háblanos de tus tambores.
P: ¿Has hablado ya con ellos del paso?
R: Algo hemos comentado, pero aún nada formal. Yo tenía mi idea desde que solicité la manijería. No está todo definido.
P: ¿Cuál crees que es el paso del Cristo de la Humillación?
R: Un paso botado. No fuerte, porque el Cristo está humillado. Desde que yo lo recuerdo, este paso ha ido botado. No voy a inventar nada nuevo. Pienso que deber ir botado, no fuerte pero sí botado.
P: En las santerías que se pierde el paso al botar, ¿qué crees que pasa?
R: Puede haber muchos aspectos. Influyen las esquinas, la experiencia, los tambores. Pueden influir muchas cosas para que un paso no vaya bien botado.
P: ¿Crees que en un paso botado se debe salir cuadrando o andando?
R: Cada manijero tiene sus preferencias. Creo que cuadrando queda más bonito, aunque es más complicado para los santeros. Dependiendo si se coge o no el paso, tienes ahí algunos momentos que se puede rectificar o se puede cambiar.
P: Un consejo que le darías a un santero que salga este año por primera vez.
R: Sobre todo que no le tenga susto a la santería. Hay que tener respeto y nervios, es normal. En la santería hay amistades que son casi como hermanos, que lo dan todo por ti. Igual que uno tiene que darlo todo por su cuadrilla.
P: ¿Algo más que añadir?
R: Dar las gracias a paseillo.es, que desde hace mucho tiempo me estáis ayudando en mi manijería.
Foto: paseillo.es