Campanitas de dolor
resuenan el Martes Santo.
Tras el Cristo del Amor
enjugando va su llanto,
una madre desgarrada
que en el alma lleva grabada
una triste mirada,
de Nuestro Padre y Señor
que con la cruz a cuestas
lleva más gozo que pena,
por nuestra salvación eterna.
Martes Santo de cirios
y de olor a incienso,
ya esta nuestro Cristo
en su estación de penitencia.
Se ha leído la condena
y por las calles de Lucena
una Virgen dolorosa,
madre eterna,
tras su hijo amado
lleva el corazón enlutado.
Cristo del Amor,
en tu rostro doloroso,
maltratado, y cansado,
aún te queda un suspiro
para el perdón
de nuestros pecados.
Lorena Rodríguez García
Galería del Martes Santo en Lucena 2018:
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