Noche Blanca. La fuerza del Amor.
Reverdecida la Esperanza en el árbol de la Fe, florece el fruto del Amor.
….El Martes Santo comienza a subir el tirón de larga cuesta.
Ante la Humillación de Cristo:
“¿Cómo caíste despeñado al suelo,
Astro de la mañana luminoso?
Ángel de la luz, ¿quién te arrojó de cielo a ese valle de lagrimas odioso?
… Sobre juveniles hombros viene la Servita en sereno horquillo.
La cálida sombra de la Virgen se proyecta en suave caricia sobre la dura frialdad de las murallas. ¡ Hasta las piedras parecen ablandare!.
Señora, ya soy tu pregonero. ¿Qué hacer para aliviar tu dolor?
Y en el silencio de mi alma, la escucho decir:
“La vida es largo morir,
y el morir, fin de la muerte;
procura morir de suerte
que comiences a vivir”.
…Tras el Cristo “La blanca hija de la blanca espuma”
“Un divino esplendor de la belleza,
pasando dulcemente por mis ojo”.
“Eres un lirio del rio, blanca como cual ninguna
hecha con rayos de luna
y con gotas de rocio”.
Se aleja el Martes Santo por el Coso. Al fondo, rumor de Campanitas….
“Si por siempre enmudecieran,
¡qué tristeza en el aire y en el cielo!.
Aquella noche fui testigo de la fuerza sin límites del Amor:
“Vi el rumor de los árboles atento,
vi del aire cesar las lenguas vivas,
vi humanarse las fieras mas esquivas
y moverse las piedras de su asiento”
Gaspar Villa Fernández (Retazo del Martes Santo, Pregón de Semana Santa, 1997)