Una mañana de junio, acabada su visita a Lucena, antes de que el sol apriete,
entre el clamor de su pueblo, la Virgen Bendita de Araceli, regresa de nuevo a casa.

Ya está rayando el alba en los montes.
Ya está cantando el pájaro de la mañana.
iDormido, despierta! Abre la frente
a la primera bendición del sol en la ventana.

iVenid, apresurad vuestra marcha!
Que la Virgen de Araceli se va de nuevo a su casa.

Los lirios blancos del campo entonan letanías.
Los árboles en sombra susurran oraciones.
La Virgen, lenta, camina hacia la Sierra
entre salves, piropos y canciones.
Las flores, del verano fugitivas,
gotean las laderas empinadas
y perfuman las andas adornadas
de recuerdos y plegarias repetidas.

Miles de corazones conquistados
acompañan la subida sinuosa.
Atrás queda Lucena adormecida,
de orfandad materna temerosa.

iCuántas veces, Araceli, te rezamos confiados!
iCuántas lámparas votivas de fe en nuestras manos!
iCuántas negras penas tornadas en estrellas!
iCuánto amor de Ti y para Ti desparramado!

Tú, que acaricias el cielo cercano con tus manos,
alzada en los riscos de la Sierra embravecidos,
mira al pueblo lucentino resignado
que espera tu regreso esperanzado,
mientras grita un iadiós! enardecido.

Pregón de las Glorias de María Stma. de Araceli 2002 de MOLINA CONTRERAS, A., cuyo texto que citamos aparece en Pregones Aracelitanos 1992-2002, pp. 385 y 386.


Galería de la Romería de Subida de María Stma. de Araceli 2019: VER AQUÍ

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