Lucena se prepara para su Semana Mayor

18 de Febrero del 2015

Ya brota el azahar durante la Cuaresma, culminada de Besapiés y Besamanos, Quinarios, Cultos, Misereres, Tambores y Juntas. El ambiente se inunda de sensaciones misteriosas.
Ya suena la hora de Cofradías y Hermandades. Les llega el turno a las calles y plazas lucentinas, de que se hagan Altares. Lucena estrenará su catequesis callejera llena de devoción y Fe popular.
Vosotros, Cofrades de Fe personal y comunitaria; Fe que exige coherencia con la vida. Vidas colocadas en las advocaciones cofradieras. Heraldos del Evangelio, expertos en humanidad y al mismo tiempo son contemplativos, enamorados de Dios.
Comprometidos con Lucena, rememorando  con   gran armonía, humildad, plasticidad, pasajes evangélicos. Religiosidad y esplendor en la preparación de los tronos, de claveles blancos, de gladiolos y azahar, de lirios blancos y de espigas de trigal, tengan la dignidad y el relieve que se merecen. Estaciones de Penitencia que nos llevarán a la santificación y evangelización.
 
Color y olor: “la rosa blanca, el clavel rosa, el azahar de nieve para la Virgen. Rojo clavel y lirio morado para Cristo”.
“Luz dorada, luz cereal color de trigo el Domingo de Ramos”.  “ Tierno y difuso color franciscano en Lunes Santo”. “Blanco martirio del nazareno en Martes Santo”. “Contraste de negro y blanco de silencio y trueno en Miércoles Santo”. “ Roja la sangre. Rojo el dolor envuelto en una nube de granates el Jueves Santo”. “Marea de morados en Viernes Santo”. “Negro el dolor de María, dolor abierto en manantial de llanto el Sábado Santo”. “En la resurrección, el misterio insondable, la piedra angular de nuestra Fe, explosión de almas traducidas en rosas y claveles blancos”.
 
Las Cofradías y Hermandades en sus Pasos, en sus Imágenes, en toda la simbología de sus Estaciones de Penitencia, pretenden que la Cruz sea como un toque del amor Divino sobre las heridas más dolorosas de la existencia terrena del hombre. Paso de palio, caricia de luz que recoge el dolor insondable de María.
 
El telón del cielo alzado. Y comienza la representación vivísima de la Pasión de Cristo. Y surge la Cruz en el Centro de nuestros afanes. Nuestro pueblo detiene los instantes, siempre sublime, centelleante de sentimientos y devociones para recibir al Dios de su Fe. Cristo baja a esta Lucena nuestra, para protagonizar su encuentro con los hombres a los que extiende su dolor y su camino para la Fe. Su Cruz y su luz, su rostro y su mirada, su Pasión y su muerte en olor de Resurrección. Nos viene acompañado de su Madre, corredentora, con su ternura capaz de romper el aire con la fuerza de su regazo a nuestras calles anhelantes, siempre de la nueva Jerusalén celestial.
 
Los Cristos, así como los emocionantes y dolorosos rostros de la Madre María vuelven a levantar las más profundas pasiones, las más sinceras devociones en  unos días de reflexión, de recogimiento y de fervor que a todos nos sobrecogen, despertando en su caminar toda clase de sentimientos y recuerdos, además de peticiones y promesas por cumplir. Así, Lucena se enciende en cirios y el crepúsculo es romance, que nos lleva desde el alegre y tierno canto a la Madre hasta el doloroso llanto por la tragedia del Hijo.
 
 
La Semana Santa, pues, al asumirla en la plenitud de su significado, desde una óptica humana y popular, no deja de ser una respuesta colectiva a esa eterna llamada de Jesús, la manifestación de que hemos oído su voz, aún cuando, débiles, no seamos capaces de seguirle con convicción firme y valor absoluto.
 
No es una evasión de la realidad que vivimos sino un compromiso más fuerte con Jesús, que nos mira lleno de misericordia. Será un año más una explosión de devoción, de entusiasmo, de fervor, de piedad. Sintamos la presencia maternal de la Madre que nos acompaña en los momentos de dolor para paliarlos.
 
Expresión honda y certera de Fe, que aflora espontánea, como manantial en aridez codiciosa de nuestro mundo actual.
Escenarios de gran realismo, un despertar para el conocimiento de la Pasión de Cristo, vivencia intensa y enriquecedora, diálogo de Dios con el hombre, sinfonía de amor, tradición viva de la Iglesia que transmite con su Fe, con su praxis lo que ella es.
 
Pongamos a punto nuestro corazón para sintonizar con ese amor que va a pasar por nuestras vidas, para que vivamos una verdadera Pascua.
Estaciones de Penitencia, pregoneras del mensaje de amor que Cristo nos legara.
Olor a cera, a clavel, a incienso y azahar en una sinfonía callada de aromas que inundan el aire vivo de las noches de primavera. Gotas de cera caídas, mudos testigos de los Pasos. La voz que te dice “déjalo todo y sígueme”. Túnicas henchidas de pálida cera, lágrimas que queman predicen la gélida llegada a este mundo del silencio. Luz rutilante de la candelería ante la Virgen Dolorosa. Un temblor de luz vacilante en los hachones que encuadran al Cristo Crucificado.
 
Los creyentes inmersos en la oración ancestral y mística del miserere, plegaria sublime que aprieta los corazones lucentinos.
Las Cofradías han sabido al igual que María, vivir la historia de la salvación desde la vivencia cotidiana y silenciosa de cada día. Hasta el punto que,  siendo ellas el eje de las manifestaciones pasionales, han sabido dejar el primer plano a las Imágenes y la Santería.
 
La Santería siente como se ha convertido en el eslabón que le une hasta la Imagen divina que nos muestra sobre si. ¡Perfecta unión entre lo divino y humano!
De  fondo, el primer toque de torralbo nos hará vibrar de emoción y a su conjuro, abrirán las puertas de par en par.
El hiriente torralbo rasga el aire derramando sus notas que anuncian al Hijo de Dios.
Las perfumadas nubes de incienso anunciarán las “llegadas” y la mantilla negra como negra noche, como pena negra, cubre tan fina peineta de carey que quiere dejarse ver a través del intrincado encaje. Y nos llega la saeta, el canto desgarrado al sufrimiento que nos abre el alma, el sonido del tambor, apoyo melódico que marca sus cadencias, que modula con sus matices, el peso Santero.
 
Y tú Santero: protagonista de la tradición. Fervoroso y creyente, renuncia y amor por su prójimo; igualdad entre los hombre, actitud de vida, un tomar partido ante un compromiso que supone la vida. Conjunto de sentimiento que origina un espíritu donde la religiosidad, la hombría, y el individualismo se dan la mano. Concepto inmutable que permanentemente se muda. Tradición que cambia sin dejar de ser lo mismo. Anidando siempre este sentimiento en el alma lucentina. La radical actitud de absoluta entrega desinteresada, sin reserva alguna,  a un esfuerzo que no espera ni necesita recibir nada externo a cambio, sólo la satisfacción íntima.
Nobleza de origen, conjunto de valores, fruto combinado de sus cualidades congénitas y del ambiente en que surge.
Todo en la Santería es fluido, permeable y espontáneo. Es difícil encontrar otra expresión más libre y espontánea.
 
Acercarse a los últimos momentos de la vida de Jesús de Nazaret nos introduce en una “locura” de amor de Dios para con el hombre.
 
 
Rafael Bujalance Bergillos (Lucena se prepara para su Semana Mayor, Paseillo 2015)
 
 
 
Foto: Jesús Ruiz “Gitanito”
 
 
 

GALERÍAS FOTOGRÁFICAS

GALERÍAS DE VÍDEOS

GALERÍAS DE AUDIOS