Luis López Fernández cuenta con una dilatada experiencia en arte de la santería.
Para Luis López los jóvenes son la nueva semilla de la santería, considerando el trabajo, humildad, respeto, seriedad y palabra los pilares fundamentales para que cualquiera llegue a ser un gran santero.
En la sede de la Sangre nos reunimos con el manijero de uno de los actos más solemnes de la cofradía, en la que tuvimos la oportunidad de tener una interesante conversación y conocer cómo está aconteciendo la manijería de nuestro amigo.
P: ¿Cuál es el motivo de esta manijería?
R: Esta manijería ha sido toda una sorpresa, porque no me la esperaba. Esta campana ha venido paso a paso. Todo vino desde una propuesta hace unos años con mis compañeros de junta de gobierno. Ellos empezaron a decirme: “Tú has sido manijero del Cristo y de la Virgen, pero no has sido del Vía Crucis”. Y la verdad es que me gustó la idea. Cuando fui manijero del Cristo tenía potestad sobre la manijería del Vía Crucis. En aquel día tuve a bien dársela a un amigo, que sabía que la iba a disfrutar muchísimo. En aquel entonces la cuadrilla del Vía Crucis era prácticamente la misma que la del Jueves Santo, salvo algún santero que quisiera que algún familiar en concreto saliera por él. Prácticamente la cuadrilla era la misma el miércoles que el jueves.
P: ¿Cuántas veces has sido manijero?
R: He sido once veces manijero. Por suerte o por desgracia mi único hobby ha sido la santería. Mis pasiones son mi familia, mi trabajo y la santería. He estado también pegado mucho a las cofradías. Como era tanta la afición, solicitaba las campanas de unos y otros. Al final algo bueno verían las cofradías en mí, que me daban los pasos para poder disfrutarlos con mis cuadrillas.
P: ¿De qué pasos has sido manijero?
R: Mirando hacia atrás, dos veces del Cristo de la Humillación y una del Cristo de la Pasión, San José, Ángeles, Soledad, Lavatorio, Sangre, Mayor Dolor, Nuestra Madre en su Día. Y alguno que se me queda atrás, cosas de la edad…
P: Después de tantas manijerías y tantos años vividos en la santería, ¿cómo te estás viendo en ésta como manijero?
R: Es otra historia. Siempre me he considerado un manijero serio, no recto, como algunos me pueden ver. Pero si serio, porque creo que la santería hay que tomarla en serio y como tal, siempre se lo he tratado de inculcar a mi cuadrilla. Si empezamos desde el principio siendo serios, responsables y respetuosos, llevamos mucho ganado. En todas mis santerías he sido serio. No he permitido tonterías. Una de las cosas que siempre he defendido a capa y espada, es que cuando he visto a alguien que no ha estado a gusto por cualquier causa, bien por el sitio o cualquier otro motivo, automáticamente lo he aclarado. O se aclaraba o se iba automáticamente fuera de la cuadrilla. No concibo que un manijero tenga a disgusto a alguien de su cuadrilla, porque ni disfruta él, ni deja disfrutar a los demás.
P: ¿Qué hay que hacer para ser manijero del Vía Crucis de la Sangre?
R: Desde mi punto de vista, hay que ser una persona cristiana. Personalmente he luchado mucho para que la cofradía tuviera la potestad de dar las manijerías del Vía Crucis. Nunca pensando que yo iba a tener la oportunidad que hoy tengo. Eso ha venido poco a poco. Antes eran las mismas cuadrillas las que paseaban tanto el miércoles como el jueves al Cristo y la Virgen. Desgraciadamente ha habido años muy lamentables para los que somos cofrades y hemos sentido esto, ver cómo el Miércoles Santo llegaban los santeros borrachos e irrespetuosos, sin saber el significado del acto en sí. Eso era lamentable. He luchado para que la cofradía tenga la potestad de poder elegir una persona que muestre una cierta garantía. Puedo sentirme por esto un poco culpable. Si alguien quiere buscar culpables aquí estoy yo, para decir que he sido uno de ellos, pero siempre pensando que es lo mejor. Estoy contento, porque la cofradía tiene la oportunidad de elegir a personas que son “sangreras”, que están fuera de la santería por la edad, por problemas de enfermedad, o cualquier otro motivo. Creo que es una oportunidad más que tienen, de poder disfrutar junto a sus amigos de una santería. Aunque sea una santería pequeña, para mí este año es la mejor de Lucena. Suena un poco fantasioso, pero la verdad es que si tú inculcas a tu cuadrilla los sentimientos que uno tiene dentro, yo creo que puede ser importante.
P: ¿Las manijerías del Vía Crucis hay que solicitarlas a la cofradía?
R: Sí. En el anterior mandato de Paco Salazar, se aprobó que cualquier hermano pudiera solicitar las manijerías del Vía Crucis. como si pidieran los pasos para el Jueves Santo. Solamente puntualizando que quieres para el Vía Crucis y diciendo el nombre del Cristo o la Virgen. Son dos opciones más que tiene la cofradía. De esta forma la cofradía tiene la posibilidad de elegir a manijeros que tengan sentimientos cristianos, que es lo que debe ser para un acto tan solemne.
P: ¿Pide la cofradía alguna colaboración a estos manijeros?
R: Sí. No las mismas cantidades que a los manijeros del Jueves Santo, pero sí. Hay que entender que una cofradía tiene muchos gastos. Si de esta forma también se consigue alguna aportación económica, pues mejor. A mí me han dado mi lotería y cenas como a los otros manijeros, pero en menor cantidad.
P: ¿Realizas esta manijería por afición o por devoción?
R: Por devoción. La afición la tengo más que constatada. Empecé en la santería con trece años, por lo que queda claro que este arte me gusta y soy aficionado. En este caso es devoción pura. Yo he afrontado todas mis manijerías con mucha ilusión, no tendría sentido que no fuera así. Ésta como me llegó casi sin esperármelo, me ha llegado a ilusionar como cuando en su momento era un “manijero de nombre”. Es mi última seguro. Yo creía que había dejado de santear en el 2001, pero ahora sí sé que es la última. Para aviar a la cuadrilla y todo, ha sido de manera diferente.
P: Háblanos cómo has aviado a tu cuadrilla.
R: Para mí esto ha sido un regalo del Señor. Algunos no lo verán desde esa perspectiva, pero siempre he sido una persona que ha andado con el corazón y siempre lo mucho o poquito que he tenido, he querido compartirlo. Para mí habría sido más fácil aviar a veintisiete santeros, mis tambores, y luego invitar a cuatro amiguetes a las juntas. Yo me he complicado más, porque tengo muchísimas personas a las que quiero y que están dentro de la santería y el mundo cofrade. Por supuesto se me han tenido que quedar muchos atrás. Llegó un momento que no quería que esto llegara a estar fuera de contexto, porque tenía aviados a 80. Conforme iba aviándolos les decía que quería que estuviesen conmigo, pero sin garantizarles la santería. Al final creo que todos lo han comprendido. El día que di los sitios tenía a 76 santeros. A todos les di su vaso de vino como a toda la cuadrilla, porque todos son cuadrilla. Yo no he querido apellidos debajo del Cristo, sino personas con devoción. Sé lo que van a sentir, que es llevar a Cristo en lo alto.
P: Explícanos qué tiene de especial este acto íntimo de la cofradía de la Sangre.
R: Primero hay que tener sentimiento cristiano. Yo respeto mucho a todo el que no piensa así, porque si no hay un sentimiento cristiano no se puede entender exactamente lo emotivo que es el Vía Crucis. Yo aconsejo que vayan y lo vean, porque es muy solemne y respetuoso. Es un acto no muy largo, pero sí muy intenso. Primero hay un movimiento, que es el traslado de la Virgen del Mayor Dolor desde el altar de la iglesia hasta el punto de salida, donde se hacen unos horquillos preciosos con sus oraciones. Cuando ya llega la hora del Cristo, empieza el rezo del Vía Crucis. Se hacen unos horquillos, que si tienes sentimientos cristianos te llegan al corazón. A toda persona que tiene ese sentimiento le diría que fuera, que se va a llevar una grata impresión.
P: ¿Cómo ves la santería actualmente?
R: Te voy a responder desde la visión que yo tengo. Uno ya tiene experiencia en esto de la santería y en la vida, eso es lo que me gusta hacerle ver a la juventud. El camino que lleva no es el adecuado. Hay personas que se creen superiores y que en una santería solo pueden llevar una contraesquina, porque es más que una pata, y ésta más que una contrapata… Con esta forma de catalogar los sitios no estoy de acuerdo. Yo no me corto a la hora de decir lo que pienso, porque como aficionado a este arte me veo con el derecho a opinar cuando me preguntan. Yo animo mucho a la gente joven, porque ellos son los grandes santeros del futuro. Deben ser santeros por derecho y hombres de palabra. Una santería no se puede llevar adelante sin estos valores. Realmente no hay ningún libro que te diga las bases de la santería, el buen aficionado las sabe, pero la gente no quiere seguirlas. Muchas veces, cuando les hablas a los jóvenes te tachan de enterado y la verdad es que me duele, porque les intento ayudar. Yo he santeado ya lo que tenía que santear y no tengo necesidad de meterme en estos berenjenales, pero creo que siempre es bueno que alguien con experiencia guíe a la gente joven y les diga lo que hacen bien y lo que hacen mal. Por supuesto yo no tengo la verdad absoluta, pero siempre hablo con humildad e intentando ayudar. La gente quiere tener un “nombre” en esto de la santería y eso te lo tienes que ganar, con trabajo, humildad, respeto, seriedad y palabra.
P: ¿Qué importancia le das a la estética del santero?
R: Mucha. En estos días es muy importante. Ha habido un cambio tremendo en la estética de la santería. Hay cosas que por desgracia han ido para atrás, pero en esto hemos avanzado muchísimo. Esta es una de las cosas que agradezco a la gente joven, porque se preocupan de su estética. Los santeros de hoy se preocupan de ir bien vestidos y cuando van debajo del paso tratan de llevar con honor su horquilla y su sitio. El vestir no es todo, lo más importante es lo que hay dentro. Si el santero no lo siente y se arruga a la primera de cambio, que suele ocurrir por desgracia, entonces la estética tan bonita la tiras.
P: ¿Crees que el santero tiene que tener una preparación física para desarrollar su función bajo la madera?
R: No creo que haya que ser un atleta, pero sí hay que estar físicamente bien. Cuando se vaya acercando la Semana Santa se debería hacer algo de ejercicio. Sobre todo las personas que por su trabajo se mueven menos. Una persona que esté todo el día realizando un esfuerzo físico no tiene porque hacer nada lógicamente. Sobre todo hay que hacer ejercicio para tener fuerza en las piernas.
P: ¿Cuántas juntas vais a tener en tu manijería?
R: No lo sé todavía, porque depende de varios factores. Estaré entre las cuatro o las cinco. Muchas veces no importa la cantidad, sino que las que hagamos sean de calidad. Nos quedó muy buen sabor de boca la de última junta. Con cuatro o cinco creo que todos iremos con muchas ganas.
P: ¿Desde qué junta ves oportuno que un manijero empiece a hablar de santería?
R: Creo que hay que hablar de la santería desde el primero momento. Hay que dar ciertos matices desde el principio. Incluso antes de dar los sitios tienes que hacer un planteamiento de lo que tú quieres para esa santería, para evitar que haya compromisos. Eso por lo menos es lo que yo he hecho siempre.
Yo siempre digo: “Yo soy el manijero de este paso, os he aviado y confío en ustedes, pero mis condiciones son estas, esto va a ir por aquí o por allí”. Así dejas claro lo que tú quieres de esa santería.
El que quiera bien y el que no pues nada. Cuando más hay que esforzarse en puntualizar las cosas es cuando entras en cuaresma, porque las personas cambian de mentalidad, los santeros asisten a las juntas de otra manera, van con una predisposición diferente. Por supuesto no se puede dejar nada al azar. No estoy de acuerdo en eso que suelen decir muchos “la calle manda”. Hay que llevarlo todo bien concretado. La calle te puede dar un pequeño susto, pero hay que llevarlo todo muy bien premeditado y a los santeros concienciados. Sobre todo que la gente que va debajo sepa en cada momento qué es lo que se va a hacer. Yo no sé si es la mejor manera, pero a mí me ha funcionado siempre.
P: Un consejo que te dio alguien y que nunca olvidas.
R: Cuando tenía 16 años salí en la Sangre con Manolo Valverde. Cuando llegué allí, me encontré con grandes santeros, personas con mucho respeto y poderío. Manolo nos decía palabras que llegaban al corazón, era un hombre muy templado que tenía mucha sabiduría. Yo viví un cambio que me hizo ver la santería tal y como la entiendo hoy día.
P: ¿Qué opinas de los santeros que santean más de una vez en Semana Santa?
R: Cuando yo era joven lo hacía, por eso no puedo ahora ponerme en contra. Sí es verdad que yo le prohibía a los míos que repitiesen. No permitía que el santero que salía conmigo pudiera salir en otra santería, eso lo tenía claro.
P: ¿Qué crees que está ocurriendo en la actualidad para que a día de hoy se encuentren pasos de nuestra Semana Santa sin manijero?
R: La causa principal creo que es la crisis. Otra cosa muy importante es que se ha perdido una generación de santeros, no hay santeros de 40 a 50 años. Es una pena, porque precisamente esos hombres son los que tienen la experiencia y se han ido. Hoy hay una juventud maravillosa, muy buena, pero no es suficiente. Hace falta lo que siempre ha habido, las cuadrillas se iban complementando año tras año. La gente joven se iba incorporando a las cuadrillas de los mayores, eso ha pasado siempre. Ahora es al contrario, yo veo algunas cuadrillas y echo en falta muchas personas que están sin santear.
P: ¿Por qué crees que esos santeros con más experiencia se han retirado?
R: Yo le echo la culpa a la crisis. Si una persona tiene problemas laborales o económicos, no se va a poner a pedir un paso. Las personas jóvenes que no tienen cargas familiares, si ganan diez, diez son para él. Por suerte o por desgracia son los que piden las manijerías. Hoy los manijeros son cada vez más jóvenes, les falta experiencia, y buscan a sus amigos y a éstos le dan sitios de responsabilidad, que no saben ni cómo empezar a moverlos. Este es el problema. Ese hombre será tu amigo, pero si no sabe santear o no es buen santero, no se le puede dar una esquina. Todos los sitios son importantes, por supuesto. Hay piezas fundamentales, y sitios claves que debes dárselos a santeros con experiencia. Afortunadamente hay manijeros que tienen un poco de sentido común y se dejan asesorar por una persona de confianza. Cuando un manijero te pide que le ayudes y ya están los sitios dados, ya no se pueden hacer milagros. Si a una persona joven le dan una manijería, debe buscar a alguien que sepa y entienda, que le vaya asesorando para aviar, para los sitios y para todo. Cuando tú llevas una persona de 40 años y se encuentra en medio de una cuadrilla de veintitantos años se encuentra fuera de órbita. Los viejos teníamos una forman de hacer las cosas muy distintas a como las hacen hoy día los jóvenes. Hoy vas a una junta y muchos están con el móvil, no están en lo que tienen que estar, ni lo viven. La santería es mucho más que todo eso. A los que nos gustan las cosas por derecho, una junta no tiene que durar ocho horas. El manijero marca los tiempos y las pautas.
P: Háblanos de tus tambores.
P: ¿Has hablado ya con ellos del paso?
R: No. La primera junta fue muy emotiva y especial. Desde la siguiente junta será cuando empezaremos a hablar del paso.
P: ¿El paso del Cristo de la Sangre en el Vía Crucis debe ser distinto al que lleve en la calle?
R: No puede ser igual. Tiene que ser un paso mucho más corto. No puedes hacer horquillos largos. El paso tiene que ser más corto, sin quitarle su hermosura. Ahí está lo importante, no se le puede quitar ese paso tan peculiar de la Sangre.
P: Desde que te avía un manijero hasta que el paso queda en los bancos, ¿con qué momento te quedas?
R: El final es muy bonito, porque todo el mundo se da abrazos, pero yo me quedo con el momento que te echas el paso en lo alto y empiezas a disfrutar. Santear es un disfrute, a pesar de que sea muy duro. El santero que va a santear tiene que pegarse la “barrigá” pero a gusto. Siempre le he dicho a mis santeros: “Nos vamos a pegar una “barrigá” gorda, esto es santería, estáis más que avisados y mañana tenemos que salir a la calle con la cara levantá”. No hay cosa más vergonzosa que un santero se haya pegado la barrigá y al día siguiente tenga que quedarse en su casa, porque le de vergüenza salir. Si el santero no va a ir para darse la “barrigá”, no es santero.
P: Un consejo que le darías a un santero que va a salir por primera vez.
R: Yo siempre digo que desde la primera vez hasta el final de la santería debe haber humildad. Que sea humilde. Que intente saber lo que es la santería, que la valore y defienda. Es lo único que tenemos que es nuestro y no hay nada que se le parezca. Si no la defendemos nosotros quién lo va a hacer. Cuando voy a una junta de gente joven les digo: “Señores, vosotros sois la semilla, ojalá lleguéis a ser grandes santeros”. La santería es mucho más importante de lo que la gente se cree. Eso se lo he dicho a varios de los políticos en su propia cara, porque si me dan la ocasión de hablar aprovecho esos momentos. Yo les he dicho: “Ustedes no saben hasta qué punto es importante la santería”. Si el monumento al santero se llega a poner, entonces me sentiría satisfecho de que aquellas palabras merecieron la pena, no por mi bien, por el bien del pueblo de Lucena que ya va siendo hora.
P: ¿Algo más que añadir?
R: Quiero daros las gracias a vosotros, porque estáis haciendo una labor inconmensurable. Es maravilloso que hayáis surgido de la nada y le estéis dando tanto a la santería. Estáis dando mucho más de lo que ustedes pensáis. La estáis engrandeciendo, poniendo al día y además ponéis palabras de un viejo como yo, para que puedan llegar a alguien. Esta afición debe seguir hacia adelante, porque merece la pena. Gracias.
Foto: paseillo.es