Llega el día del besamanos. Tú, Señora, no necesitas tenernos más cerca para oírnos mejor, y nos ves lo mismo desde tu altura que bajando de tu trono. Somos nosotros los que necesitamos contemplarte de cerca, asombrarnos, una vez más de tu hermosura sin par, reflejo pálido de la hermosura, para nosotros inconcebible, de tu alma.
Ese día es un rosario inacabable de gente que acuden a depositar su tributo, en forma de beso en tus manos benditas; las mismas manos que acariciaron a tu Hijo divino cuando lo depositaste en el pesebre, las mismas que lo cuidaron cuando era niño, las mismas ¡ay! que lo recibieron cuando frío, rígido, ensangrentado, fue descolgado de la cruz, las mismas que se unirían en oración tras la Ascensión de Jesús al cielo. En esas manos, tus hijos, depositamos nuestro beso de amor. Es el pequeño homenaje que nuestro pueblo te rinde, Señora.
Las largas colas de fieles que en ese día se forman expresan el amor que los trae hasta tus plantas. Allí los niños inquietos, allí pandillas de adolescentes, parejas de novios, matrimonios con chiquillos, personas de toda edad y condición, lentamente desgranan su amor por ti, beso tras beso en tus manos benditas.
¡Cómo nos conmueven los ancianos que torpes y cansados, vienen hasta Ti, cargados de años, pero cargados, sobre todo de amor! ¡Cuántas veces hemos visto los ojos llorosos de quienes se acercan temblorosos hasta dejar su beso en tu mano! ¿Habéis permanecido ratos en el templo en ese día, viendo el desfile de quienes acuden a la Señora? ¿Os habéis fijado en las miradas que se dirigen a la Virgen? ¿Habéis escuchado alguna súplica, alguna palabra, algún suspiro, que se escapa de los labios? Si esas miradas nos conmueven a nosotros ¡cómo llegarán al Corazón de la Madre! Si esas palabras cogidas al azar nos hacen estremecer, ¡cómo serán acogidas por la Virgen, que es la mejor de las madres!
Bien sabemos que por medio de esas manos que besamos recibimos todas las gracias del cielo, porque María Santísima es medianera universal de todas las gracias.
Agustín Antrás Roldán, Pregón de las Glorias de María Stma. de Araceli 2014.
Foto: Paseíllo-Juan Pérez