01 de Abril del 2020
La Cofradía del Stmo. Cristo de la Humillación y Ntra. Sra. de los Dolores "Servitas" continúa con la celebración del Ejercicio del Septenario, en honor a su titular mariana.
En estos tiempos y circunstancias que estamos padeciendo, la oración debe ser pilar fundamental de nuestra rutina, debe ser consuelo, para quienes se hallen desesperados y fuerza, para el que padezca enfermedad. La junta de gobierno y su cofradía, dedican un Solemne Septenario a su amantísima titular, Nuestra Señora de los Dolores "Servitas", para pedirle por su divina intercesión y nos libre de todo mal.
A continuación, se pondrá detalladamente cada una de las oraciones y lecturas que componen tan sacro ejercicio.
QUINTO DÍA DE SEPTENARIO
En el nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo.
ACTO DE CONTRICIÓN: Señor mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, por ser vos quien sois, bondad infinita, y porque os amo de todo corazón, me pesa haberos ofendido, también me pesa porque podéis castigarme con todas las penas del infierno, ayudado de vuestra divina gracia, propongo nunca más pecar, confesar, y cumplir con la penitencia que me sea impuesta. Amén.
ORACIÓN PREPARATORIA: Señor Dios nuestro que dispusiste misericordiosamente que la santísima Virgen, tu sierva, fuera madre de Cristo y colaboradora en su obra de redención, concédenos que, a imitación de nuestra señora, seamos siempre fieles testimonios del Evangelio, y dediquemos la vida a la salvación del hombre.
MEDITACIÓN:
Quinto dolor: "La muerte de Jesús en la cruz" (Juan 19:25-27):
"Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María la esposa de Cleofas, y María Magdalena. Cuando Jesús vio a su madre, y a su lado al discípulo a quien él amaba, dijo a su madre:
—Mujer, ahí tienes a tu hijo.
Luego dijo al discípulo:
—Ahí tienes a tu madre.
Y desde aquel momento ese discípulo la recibió en su casa."
Que una madre deba pasar por la muerte de su hijo es, a buen seguro, el trago más amargo que puede tocarle en la vida. Pero que esa muerte sea tan violenta como injusta y que su madre esté presente, supera cualquier experiencia de sufrimiento que podamos tener los seres humanos. El evangelio de Juan sitúa a María, en el tremendo momento de la muerte de Jesús, al pie de su cruz junto al discípulo querido del Señor. Es curioso que sólo en el cuarto evangelio, que es el más tardío, se mencione la presencia de la madre en esa escena cruel. Juan ha pensado en todo: así, Jesús no muere en soledad y carente de todo afecto; así María está también acompañada en un trance como ese; así los dos se ven arropados por la comunidad cristiana incipiente y hay ocasión para que Jesús, como pronunciando su última voluntad, les haga el encargo de cuidarse mutuamente entre ellos y de dejar constancia de su continuidad en la comunidad de los cristianos que iba a surgir poco después de estos acontecimientos: “He ahí a tu hijo”; “he ahí a tu madre”. Qué terrible para María, pero qué dulce para Jesús poder morir rodeado del cariño de su madre y del afecto de los suyos. Y en momentos como éste es cuando el amor alcanza su expresión máxima: en Jesús porque consuma su entrega por amor; en María porque ha supuesto el acompañamiento de su hijo en toda su vida: desde Belén hasta el Calvario; de su comienzo a su final.
PETICIÓN: ¡Oh María! , doncella de Israel, que has soportado la fatiga de todas las madres por defender la vida contra toda asechanza, concede el don de la esperanza y fortaleza a cuantos, como tú, están atentos y solícitos al alumbramiento y crecimiento de las nuevas generaciones, cuales custodios del proyecto de Dios, futuros custodios del proyecto de Dios sobre el futuro del mundo. Amén.
(Pidamos por la intención que se desea alcanzar. Rezamos un padrenuestro, tres Avemarías, y un gloria).
ORACIÓN FINAL: Señor, tu que has querido que madre compartiera con nosotros los dolores que sufrió al pie de la cruz, has que la Iglesia, asociándose con María a la pasión de Cristo, merezca participar de su resurrección. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
Foto: paseillo.es