Sexto día de Septenario en honor a Ntra. Sra. de los Dolores "Servitas"

02 de Abril del 2020

La Cofradía del Stmo. Cristo de la Humillación y Ntra. Sra. de los Dolores "Servitas" continúa con la celebración del Ejercicio del Septenario, en honor a su titular mariana.

En estos tiempos y circunstancias que estamos padeciendo, la oración debe ser pilar fundamental de nuestra rutina, debe ser consuelo, para quienes se hallen desesperados y fuerza, para el que padezca enfermedad. La junta de gobierno y su cofradía, dedican un Solemne Septenario a su amantísima titular, Nuestra Señora de los Dolores "Servitas", para pedirle por su divina intercesión y nos libre de todo mal.

A continuación, se pondrá detalladamente cada una de las oraciones y lecturas que componen tan sacro ejercicio.

SEXTO DÍA DE SEPTENARIO

En el nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo.

ACTO DE CONTRICIÓN: Señor mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, por ser vos quien sois, bondad infinita, y porque os amo de todo corazón, me pesa haberos ofendido, también me pesa porque podéis castigarme con todas las penas del infierno, ayudado de vuestra divina gracia, propongo nunca más pecar, confesar, y cumplir con la penitencia que me sea impuesta. Amén.

ORACIÓN PREPARATORIA: Señor Dios nuestro que dispusiste misericordiosamente que la santísima Virgen, tu sierva, fuera madre de Cristo y colaboradora en su obra de redención, concédenos que, a imitación de nuestra señora, seamos siempre fieles testimonios del Evangelio, y dediquemos la vida a la salvación del hombre.

MEDITACIÓN:
Sexto dolor: "El hijo muerto en los brazos de la madre" (Marcos 15:42-47):
"Cuando llegó la noche, porque era la preparación, es decir, la víspera del día de reposo, José de Arimatea, miembro noble del concilio, que también esperaba el reino de Dios, vino y entró osadamente a Pilato, y pidió el cuerpo de Jesús. Pilato se sorprendió de que ya hubiese muerto; y haciendo venir al centurión, le preguntó si ya estaba muerto. E informado por el centurión, dio el cuerpo a José, el cual compró una sábana, y quitándolo, lo envolvió en la sábana, y lo puso en un sepulcro que estaba cavado en una peña, e hizo rodar una piedra a la entrada del sepulcro. Y María Magdalena y María madre de José miraban dónde lo ponían."

Esta escena, que también ha creado la tradición cristiana y la piedad del pueblo de Dios, suscita los mejores sentimientos de empatía y de compasión con el dolor de la madre. Siempre nos sentimos cercanos al dolor de las madres cuando pasan por la muerte de sus hijos. De hecho, el llanto de la madre que está enterrando a su hijo se nos clava en el corazón y en la memoria durante largo tiempo, y, a veces, de por vida. La mayor parte de las procesiones generales del Viernes Santo cuentan con esta escena: el cadáver de Jesús en los brazos de su madre ante el cadalso de la cruz. Los imagineros cristianos del barroco y el neoclásico abundaron también en la reproducción de la Piedad. María, impotente y con el gesto desencajado, llora desconsolada con el Hijo muerto en su regazo, y mira al cielo como preguntando a Dios por qué le hace pasar por esto, indefensa y desgarrada; y mira al pueblo como preguntando “¿qué es lo que os ha hecho para que le tratéis así?” Y todos nos sentimos afectados por tan grande dolor de la madre de nuestro Señor Jesucristo. De esta manera, el dolor de la madre conmueve los corazones piadosos y lleva a muchos cristianos sencillos a mirar la pasión de Jesús a través de los ojos y de la mirada de María, a través de su tremendo sufrimiento y dolor. Ternura, compasión... No hay que tenerles miedo; son sentimientos de un corazón noble que nacen del amor y que lo hace crecer aún más.

PETICIÓN: ! Oh María ¡, mujer fiel, que has tenido el gozo de ver participar a tu Hijo en la oración Pascual de tu pueblo y has sufrido a causa de su muerte en la Cruz: Te pedimos el don de una fé constante para los que se encuentran agitados por dudas e inquietudes, y a nosotros, danos el gozo de encontrar al Señor en nuestras penas y sufrimientos. Amén.
(Pidamos por la intención que se desea alcanzar. Rezamos un padrenuestro, tres Avemarías, y un gloria).

ORACIÓN FINAL: Señor, tu que has querido que madre compartiera con nosotros los dolores que sufrió al pie de la cruz, has que la Iglesia, asociándose con María a la pasión de Cristo, merezca participar de su resurrección. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

 

Foto: paseillo.es


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