Hoy sábado a las 10:45 horas daba comienzo la Dedicación del Templo de San Pedro Martir de Verona, acto que se iniciaba en la Ermita de Dios Padre donde el Obispo diocesano, que presidió la celebración, Obispos y presbíteros concelebrantes y demás ministros, se revistieron con sus respectivas vestiduras litúrgicas.Desde esta Ermita, precedidos por el crucífero, partió la Procesión hacia la Iglesia de San Pedro Mártir. En el mismo cortejo fueron portados en Procesión la Imagen de Santo Domingo de Gúzman y las Reliquias que fueron colocadas en la Dedicación en el Altar, en el transcurso de dicho Traslado se entonó el canto ¡Qué alegría cuando me dijeron! (Salmo 121).
A la llegada a la puerta de la Iglesia, que se encontraba cerrada, se detuvo el cortejo y el Obispo solicitó al Párroco de Santo Domingo de Gúzman, a quién se le ha encomendado el oficio pastoral de la Iglesia, que abriera las puertas; una vez abiertas, el Obispo invitó a entrar a la Iglesia “Entrad por las puertas del Señor con acción de gracias, por sus atrios con himnos”. El cortejo entraba a una Iglesia donde se congregaban, autoridades, miembros de las Cofradías y Hermandades de Lucena, fieles y devotos que eran sorprendidos por el exorno dispuesto para este Solemne Acto donde en el lugar donde en un futuro ocupará el retablo se encontraba cubierto por una gran cortina color burdeos donde se encontraba centrada la Imagen de Ntro. Padre Jesús Nazareno sobre un dosel de grandes dimensiones ornado por cuatro faroles góticos, seis piezas de candelería con cera color tiniebla y centro de flor con adorno a base clavel rojo coronando esta composición la imponente Imagen del Cristo de la Misericordia. El Obispo subió al presbiterio ocupando los demás ministros su puesto, las Santas Reliquias se colocaron delante del Altar, mientras la Coral Lucentina cantaba el canto de entrada: Benedíctus sit Deus.
Comenzó el Acto con el saluda al pueblo del Excmo. Rvdmo. Sr. Don Demetrio Fernández, Obispo de Córdoba, dando paso a Manuel Roldán del Valle, que como arquitecto director de la reimplantación tipológica se dirigió brevemente al Obispo y a la comunidad para ilustrar el significado de la arquitectura de la Iglesia.
Terminado el Rito de Entrada, el Obispo inicio el Rito de “Bendición y Aspersión del Agua” para así rociar al pueblo y purificar los muros y Altar de la nueva Iglesia.
Posteriormente dio comienzo de la Liturgia de la Palabra iniciándose con la presentación al Obispo del Leccionario de la Misa que tras ser presentado al pueblo fue entregado al primer lector; los lectores y el salmista se dirijieron al ambón, llevando el leccionario a la vista de todos. Se realizaron las Lecturas por parte de miembros de la Junta de Gobierno de la Venerable Archicofradía de Ntro. Padre Jesús Nazareno y el Salmo Responsorial cantado por Enrique Reyes Lorite miembro de la Coral Lucentina.
La Liturgia continuó con la Homilía a cargo de D. Demetrio, que felicitó a todos los miembros de la Cofradía por tan apoteósica obra, demostrando una inmensa ilusión, coraje y fuerza, acto de valor en tiempos de crisis tanto económica como en otros aspectos de la vida, levantando un Templo para hacer recordar al pueblo lo importante que es Dios en nuestras vidas, que refleja la grandeza de Dios y que a partir de hoy estará abierta a todos. Igualmente agradeció la presencia del Excmo. y Rvdmo. Sr. Don Juan José Asenjo Pelegrina, Arzobispo de Sevilla el cual puso la primera piedra en 2006, al Excmo. y Rvdmo. Sr. Don Mario Iceta Gavicagogeascoa Obispo de Bilbao, demás Sacerdotes, Vicario Territorial, e hijos de esta ciudad, autoridades, miembros de la Diputación de Córdoba y miembros de la Venerable Archicofradía de Ntro. Padre Jesús Nazareno.
El Obispo continuó con el entrañable recuerdo de la Bendición de la Imagen del Beato Juan Pablo II por el Papa Francisco. También saludó a la Coral Lucentina, La Scolla Cantorum Mater Dei, el Coro de cámara Elí Hoshaná “Ciudad de Lucena” y la Orquesta del Conservatorio Profesional maestro Chicano Muñoz que solemnizaron el acto, haciendo una especial mención por el entusiasmo y dedicación mostrados, a Nicolás Rivero Moreno, Consiliario de la Venerable Archicofradía de Ntro. Padre Jesús Nazareno, a todos los lucentinos y medios de comunicación.
Posteriormente hizo una descripción de los puntos que constaba el rito de la Dedicación del Templo, concluyendo la Homilía recordando los valores de la Fe y la Caridad, para hacernos sentir la protección de Nuestro Padre y buscar cobijo en nuestra Madre implorando su protección “ El Templo se inaugura para Gloria de Dios y bien de este pueblo”.
Tras la Homilia dio comienzo el Rito de “ Oración de Dedicación y Unciones”, invocando a los Santos del Cielo y del Purgatorio con las letanías de los Santos, las Sagradas Reliquias de los Santos Mártires de Córdoba, San Juan de Ávila y San Pedro Martir de Verona siendo colocadas en un pequeño sepulcro a los pies del Altar, declaración del sacrificio que hicieron los Santos Martires en nombre de Cristo, formando parte de la Piedra Angular. A continuación se rezó una oración especial de dedicación a esta Iglesia.
D. Demetrio comenzó El Rito “Unción del Altar y de los Muros de la Iglesia” desprendiéndose de su casulla y tomando un gremial y vertiendo sobre el Altar el Crisma para ungir toda la mesa, quedando consagrado para el sacrificio de la Eucaristía, tras lavar sus manos y colocarse la casulla los Obispos concelebrantes ungieron los muros de la Iglesia signando con el Santo Crisma las doce cruces adecuadamente distribuidas.
Una vez concluido el Rito de Unción fue colocado sobre el altar un brasero donde el Obispo quemó incienso, así mismo varios ministros inciensaron al pueblo y los muros.
Posteriormente las camareras de la Venerable Archicofradía iniciaron el Rito de “Iluminación del Altar y de la Iglesia” secando la mesa del Altar y cubriéndola con manteles siendo colocados por los Ministros la Cruz y los siete candeleros con cirios requeridos para la celebración de la Santa Eucaristía, siendo encendidos para la celebración de ésta; además de los cirios que fueron colocados donde se realizaron las unciones de los muros iluminando toda la Iglesia representando a Cristo y a los fieles como Luz del Mundo
Una vez preparado el Altar, el Obispo celebró “La Liturgia Eucarística”, siendo esta la parte principal y más antigua del Rito, alcanzándose con esta celebración el fin principal de la construcción de esta nueva Iglesia y del Altar, santificando los corazones de quienes la reciben.
El Obispo recibió en la cátedra las ofrendas, por parte de los Cuadrilleros y sus esposas: el pan y el vino, ofrendas florales, aceite y frutos de la tierra, dando lugar por parte del diácono y los ministros a la preparación del Altar como de costumbre, resaltando entre los copones, el del antiguo convento de los Dominicos, el del Obispo de Valdecañas y el regalado por D. Mario Iceta. Posteriormente el Obispo realizó la consagración del Pan y el Vino con el canto de invocación del Espiritu Santo.
Tras la comunión de todos los fieles tuvo lugar el Traslado del Santísimo Sacramento a la capilla de la reserva, donde el obispo fue al Altar e inciensó, de rodillas, el Santísimo Sacramento y tomando el velo humeral , recibió el copón en sus manos, cubiertas por dicho velo. Se ordenó la procesión en la cual, marchando todos detrás del crucífero, se llevó el Santísimo Sacramento por el crucero hasta la capilla en la que habitualmente es venerada la Imagen de Ntro. Padre Jesús Nazareno, que quedará constituida también en capilla de la Reserva Eucarística. Mientras tanto se cantó el himno “Cantemos al amor de amores”. Cuando la procesión llegó a la capilla de la reserva, el Obispo colocó el copón en el Sagrario, dejando la puerta abierta, puso el incienso e inciensó arrodillado al Santísimo Sacramento cantando “Tantum ergo”. Después de unos momentos de oración en silencio, el diácono cerró la puerta del Sagrario y un ministro encendió la lámpara que arderá continuamente delante del Santísimo Sacramento; regresando la procesión al presbiterio.
La Eucaristía concluyó con la Bendición del Obispo dando por finalizado el acto de Dedicación: “Ha sido una bellísima Celebración, el cielo se nos anticipa en la tierra”.
D. Juan Alberto Nieva, Canciller Secretario, leyó las Actas dándose por concluido este día de júbilo para la Venerable Archicofradía de Ntro. Padre Jesús Nazareno, para todas las personas que han apoyado la obra y han participado en ella, para todos los fieles y todos los lucentinos.
Gracias al gran esfuerzo y dedicación de los miembros de la Venerable Archicofradía de Ntro. Padre Jesús Nazareno, que han conseguido recuperar una obra de gran valor histórico y arquitectónico para el pueblo de Lucena.
Foto: Paseillo